El proceso de leer y escribir involucra a varios sentidos. Al escribir a mano, nuestro cerebro recibe re alimentación de nuestras acciones motoras, junto con la sensación de tocar el lápiz, bolígrafo o lo que usemos para escribir, y la respuesta de la superficie sobre la que estamos escribiendo. Estos tipos de re alimentación son muy diferentes a los que recibimos cuando escribimos en un teclado, ya que la única sensación táctil en este último caso es la de presionar las teclas, y en este aspecto casi todas nos proporcionan la misma sensación.
Un experimento llevado a cabo por el equipo de investigación de Velay en Marsella ha establecido que cuando leemos letras que hemos aprendido escribiéndolas a mano, se activan partes del cerebro diferentes a las que se activan cuando reconocemos letras que hemos aprendido escribiéndolas con un teclado.
Cuando escribimos a mano, los movimientos implicados dejan un recuerdo motor en la parte sensorio motora del cerebro, que luego nos ayuda a reconocer las letras. Esto indica que hay una conexión entre la lectura y la escritura, y sugiere que el sistema sensorio motor influye en el proceso de reconocimiento visual durante la lectura.
Otro factor que podría contribuir a reforzar el aprendizaje es el tiempo extra que por regla general exige el escribir un texto a mano, en comparación con escribirlo en un teclado.